jueves, 23 de abril de 2020

El desafío Comunero y una historia mal vendida



Villalar de los Comuneros. ©destinocastillayleon
Siempre que llega el 23 de abril pienso que a los españoles, una vez más, nos falta marketing y nos sobra caínismo. Hace hoy 499 años, se acababa en Villalar (Valladolid) una utopía revolucionaria donde gentes del campo y de la ciudad, hartos de desmanes reales y de una nobleza avasalladora sobre sus vasallos, la aventura comunera. 

Dos años de guerra civil que nuestra Historia no ha sabido vender, o no tan bien como lo haría un francés, un italiano o un americano, y que, de haber salido bien, habría hecho que Carlos I (y Quinto de otros lares) hubiera tenido que someterse, de una forma u otra, al consejo ciudadano de las ciudades castellanas.

Sin embargo, aquella utopía personificada en Bravo, Padilla, Maldonado o María de Pacheco, topó con los intereses de otros españoles a las que las cosas no les iban del todo mal. Allí había mercaderes burgaleses que vendían lana en crudo para que Flandes la convirtiera en paño, o comerciantes sevillanos que abrían sus ojos al Nuevo Mundo, pensando que a aquellos locos de Tordesillas, Toledo, Segovia, Cuenca o, finalmente, Valladolid, no había que hacerles mucho caso.

Monumento a Juan Bravo en Segovia

Entre medias, la Castilla de los lanares, de los campos a los que cantó Machado, de los pequeños comerciantes, apostó a caballo perdedor con una quimera: la de someter al rey a unas cortes y pensar que la nobleza, por una vez, podría no velar por sus propios intereses. 

De ese caínismo no me extraña que hoy seamos herederos y cuanto menos me sorprende, incluso con actitudes como la de Gregorio Marañón, que calificaba a los comuneros como una caterva de reaccionarios que buscaban un retorno al feudalismo. Ya en el siglo XX, trabajos como el del francés -tiene guasa- Joseph Pérez en su obra 'Los Comuneros' deja claro que la revolución comunera no era una vuelta al pasado, sino unos ojos puestos hacia el futuro.

Y todo esto en los años 1520 y 1521, bastante lejos de cualquier acercamiento europeo a cualquier otro amago de revolución urbana. Sin embargo, la Historia fue cruel con el destino comunero y con su legado, ahora pisoteado por los continuos ataques a Castilla y lo castellano, que se ha deslegitimado en numerosas esferas políticas.

Ejecución de los comuneros de Castilla. Antonio Gisbert 1860

Desde la conquista de América a la toma de Granada, pasando por la Leyenda Negra o teniendo que vivir con comentarios contemporáneos sobre la opresión castellana (sic) en diversas zonas de la actual España. Lo castellano es denostado y sus tierras, en el pasado corazón de la península, hoy se deshabitan, sus pobladores envejecen sin remedio y aquellos campos y pastos, de trigo y merina, fueran la riqueza nacional, hoy se convierten en parameras.

Por eso, hoy reivindico Castilla y lo castellano con el orgullo de una herencia de gentes trabajadoras, nobles, revolucionarias y soñadoras que, con sus más y sus menos, han escrito, aún sin saberlo, las más gloriosas y épicas páginas de la Historia de España. La pena es que, como dice el cantar: desde entonces ya Castilla no se ha vuelto a levantar.


martes, 7 de abril de 2020

La Sanidad guiando al pueblo



Absténgase, señor político, de vestirse con la enseña nacional y deje paso a los que, sin tanto lustre, se enfundan en pijamas, batas, monos, pantalones, faldas y camisas, incluso aquellas de once varas, en las que los españoles de vez en cuando nos metemos. Pero cuando nos las quitamos, demostramos que no necesitamos palabras vacías ni gestos de cara a la galería, los españoles –que no España- no necesitan a una Marianne, ni esto es un lienzo heroico de Delacroix.

Aquí no hay ninguna alegoría y sólo hay realidades. La de aquella MIR de Tarragona a la que han llamado a filas, tras ningunear contratos, porque se necesita su trabajo. A aquel rider que está cruzando Madrid para llevar pan a su casa, aún a costa de llamar a decenas de timbres. A aquel matarife de Salamanca, del que Madrid nunca sabrá, pero que sigue levantándose a las 5 de la mañana para que, como por arte de magia, en los estantes todavía no falte un poco de cinta de lomo. O a esa militar, vilipendiada y mareada por aquellos que tratan a lo público como guiñoles, que un año apaga incendios, otro participa en desescombros y, cuando vuelve a hacer falta, se pone a desinfectar residencias.

Son muchos los anónimos, más que los ilustres, una vez más, los que dan la cara y redemuestran que los de abajo están muy por encima de los de arriba. Allí, donde las Mariannes políticas no llegan, entorchadas de rojo y gualda –o del color que prefieran- llegan los que se dan menos importancia, los conscientes del día a día y de que aún entre el sufrimiento, el dolor y la precariedad, siguen sacando vidas hacia delante. Unos lo hacen desde un box, otros lo hacen desde una humilde caja de supermercado, otros lo hacen conduciendo un autobús y muchos, miles, en silencio, les deben mucho desde sus casas.

Casas que van más allá de los aplausos de las 20:00, y gente que, como ellos, en silencio, consiente y resiste, no porque alguien entre micrófonos se lo pide –no se les puede dar ese gusto, la abnegación no es una virtud política- sino porque vivir es lo único que importa. Ellos, aún fieles a sus terrazas, saben que hay un ejército que desfila a diario y sin descanso por pasillos blancos, entre ruido de respiradores, estertores y donde a pesar de las injurias que la enfermedad y Cronos se cobran a cientos, aún luchan.

Ellos, los de blanco, son aquella Sanidad guiando al pueblo, a un pueblo que está con ellos desde sus trincheras. No importa la latitud y no importa la longitud, están en el mismo bando, en el de los buenos, en el de los que se enfrentan a la enfermedad y a la muerte y a la que siguen negando, aún sabiendo que el reloj siempre está en contra, su victoria. Ellos son esa colección de españoles ilustres, desconocidos pero ilustres, que hacen que en este país sea una afrenta gritar "¡Viva España!" cuando lo que se debería gritar –y no olvidar- es "¡Vivan los españoles!" porque de ellos es la gloria y el mérito, y porque son ellos los que hacen que esta suma de sus partes sea verdaderamente invencible.



jueves, 8 de enero de 2015

Mujeres, islamistas y viceversa.


              No comparto lo que dices pero defenderé el derecho a que lo digas. Voltaire



            Llevamos poco más de una semana de 2015 y ya ha habido temas sobre los que todo el mundo se ha pronunciado o al menos lo debería haber hecho.
En este país nos interesa mucho hablar de libertades individuales y de derechos, en este caso, el tema Pedroche ha sido el comienzo ideal del año. Unos defienden que es libre de vestir como quiera (cosa totalmente cierta).

Otros que su forma de vestir no influye en su profesionalidad ni tampoco ha sido impuesta por nadie (aquí ya a algunos les chirría que la gente opine así).
Pero mientras os quedáis en debates estériles sobre los derechos a expresarte libremente, cuando no os termináis de dar cuenta de que si algo podemos por suerte disfrutar, es del derecho a decir lo que queramos sin que pase nada por ello.

Ese derecho que muchos creen más que arraigado, a veces parece que sospechan que dicha libertad sólo vale cuando lo que dicen ellos es lo mismo que opina uno mismo. 

Y es por eso que más de uno, de dos, o todos aquellos que se enervan por el vestido de la Pedroche, deberían tener la decencia de ver noticias relacionadas con el tiroteo de ayer contra Charlie Hebdo, en París.

Porque ahí, es donde de verdad la libertad de expresión está cobrando sentido, donde un grupo de personas simplemente por expresar sus opiniones han encontrado la muerte. 

 Y obviamente, ni mucho menos a ser asesinados por semejantes opiniones. Así que sólo un consejo (opinando claramente), cuando ejerzáis vuestro derecho a opinar, en cualquier tema, por trivial que sea, recordad que no es ni el único punto de vista, ni una verdad absoluta, ni mucho menos un motivo de enfrentamiento.
          Feliz 2015

PD: La frase de Voltaire, también vino de Paris.

martes, 9 de septiembre de 2014

A dedo mata, a dedo muere

Ya está confirmado, Ana Botella no será candidata del Partido Popular a la alcaldía de Madrid en 2015. Parece lógico, su mandato no ha estado precisamente plagado de éxitos. Las mayores aspiraciones para relanzar la ciudad en el plano internacional han caído en saco roto y el hastío de algunos madrileños con los recortes se ha hecho patente (transportes públicos o basuras por ejemplo). Aunque quizás Ana Botella haya recortado parte de esa deuda que acucia a la capital. Las cuentas estarán disponibles en breve.

Ana Botella durante la rueda de prensa hoy


Pero su renuncia no deja lugar a dudas, la dedocracia cumple perfectamente su función. Aunque su decisión en teoría haya sido personal, renunciando a presentarse a las elecciones, queda claro que quizás ella haya decidido saltar al precipicio político porque había gente detrás empujándola. Y es que es muy difícil repetir en unas elecciones cuando se ha entrado por la puerta de atrás y con la pesada losa de ser elegida por el aparato del partido. Nada nuevo en la política española, pero para estar en la primera línea de combate, es aún más complicado ocultar esa realidad.

De esta manera, Ana Botella deja temporalmente la política como llegó, desde el backstage que el público y el electorado no ve. Algo menos de cuatro de años de mandato con más sombras que luces en las que su mérito político ha quedado completamente eclipsado por algunos momentos realmente deshonrosos. Dicho esto, el Partido Popular parece que aunque despacio, toma ciertos apuntes del sentir popular (valga la curiosa antítesis) y decide apear del carro a una persona que no ha sido elegida directamente, y es que, para el PP es preciso cuanto antes salvar el puesto de la alcaldía que a la alcaldesa. Una persona con unos índices de popularidad que han ido bajando desde su nombramiento y que en la actual situación, pueden ser más un lastre para el partido que un valor al alza. Un lastre que además ha tenido la poca decencia de anunciar su no candidatura sin admitir preguntas de la prensa. Sólo queda para los madrileños pensar los 8 meses que le quedan a la alcaldesa.

Así es la dedocracia, siempre será una puerta trasera, giratoria, pero trasera. Ahora para el Partido Popular sólo queda esperar que esta decisión no suponga un desaire para el matrimonio Aznar-Botella y que el expresidente y la futura exalcaldesa decidan abstenerse de hacer campaña, o incluso, hagan campaña sin querer a favor de los rivales. Y lo que es más importante, que Botella no se presente a las elecciones no significa que el PP sepa quién será el candidato, sólo descarta una opción. Parece que ningún partido confía en un nombre para sentarse en Cibeles a 8 meses de las elecciones, quizás sea más miedo a sentarse en el Palacio de Correos que a cualquier otra cosa.

jueves, 28 de agosto de 2014

Real Madrid Sociedad Anónima

Soy del Real Madrid y lo he sido y seguiré siendo siempre, pero cuando veo los acontecimientos de las últimas semanas, me empiezo a plantear cosas. El club de mi vida, ese con el que he sufrido pero también he gozado, hace cosas que realmente se me escapan. Aunque quizás no las haga el club, si no quien lo dirige.
Porque esa persona que lo dirige, según las cuentas de resultados de sus empresas es un excelente gestor que ha trasladado parte de su éxito al Real Madrid. El problema es que el Real Madrid no es una empresa y aunque sea de sus socios, implica ciertos valores que durante años los aficionados intentamos representar.
Son esos mismos valores que gente como Xabi Alonso, Diego López o Ángel Di María han intentando encarnar en mayor o menor medida. Son valores de entrega y sacrificio, valores de buscar la victoria sin humillar al rival, son el orgullo pero sin altanería, en definitiva, son valores que implican poder presumir de coraje y señorío pero sin convertirse en los únicos portadores de ello.
El problema es cuando el club se ha convertido en una sólo una empresa más, una empresa donde lo importante es sobre todo cuadrar las cuentas y donde es preciso lucir mejor sobre el papel de los ingresos y gastos que en las vitrinas de trofeos. Donde realmente debe estar un club de fútbol.
Un club que viene de hacer una de las mejores temporadas de su historia, con una plantilla que ha permitido ganar Champions y Copa y quedar terceros en Liga, pero sin embargo, parece que estos motivos no son suficientes a la hora de dar continuidad a un proyecto y por eso es necesario dar amable puerta a algunos jugadores.
Podemos hablar de Di María, al que ahora se califica de pesetero pero con el que todos nos levantamos en el minuto 110 de la final de Lisboa, un jugador que ha sabido representar los valores del madridismo pero que ha salido por la puerta de atrás, eso sí, cerrando la salida con muchos billetes.
Se puede hablar de la actitud resignada de Diego López, un jugador que se ha encontrado en medio de una polémica que el no creó y a lo único que este jugador se ha dedicado ha sido a hacer su trabajo lo mejor posible, si eso es un delito en el Real Madrid, que venga Dios y lo vea.
Pero podemos hablar de Xabi Alonso, parece que se va, unos meses después de renovarle por dos años resulta que tras la llegada de SÓLO UN JUGADOR en el mediocampo (Toni Kroos) Alonso va a ver reducidos sus minutos de manera que la mejor solución es que deje el equipo, y como somos muy majos y gentiles, por los servicios prestados, no pondremos trabas a la marcha.
¿Realmente se tiene que ir? ¿No ha sido Alonso, uno de los líderes de este equipo, santo y seña de este Real Madrid que ha aunado modernidad y tradición, uno de los jugadores que más calado tienen entre la afición?. Todo esto parece que no sirve, cuatro días antes del cierre del mercado de fichajes Alonso se va, rumbo al Bayern (para más inri), parece que no caben todos, parece que en el Real Madrid no hay sitio de sobra para gente que represente el madridismo.
Y todo esto hablando desde el plano sentimental, el que me importa, porque el Real Madrid no es un negocio donde lo relevante está más en los balances económicos, si no lo que se consigue en lo deportivo. En ese ámbito deportivo que un año más vemos como a pesar de tener una plantilla completa, por unas cosas o por otras, empezamos a dejar caer piezas fundamentales del esquema.
Otro año más...Lo que nos diferenciaba era el trato, era la representatividad, valores que Alonso ha representado como nadie, y ahora, sin más, le damos la mano, las gracias por los servicios prestados y adiós muy buenas.
Esto no es el Real Madrid señores.

viernes, 22 de agosto de 2014

James Foley era uno más en la cuenta del ISIS.

Occidente tiembla de nuevo, la decapitación del periodista James Foley es sólo un paso más allá en la escalada de barbarie del ISIS que campa a sus anchas por todo el norte de Iraq. El mismo Occidente que permanece prácticamente impasible ante las atrocidades cuando se centran sobre población civil iraquí, ya sean yasidís, chiítas o kurdos. Parece que las imágenes de esta nueva vergüenza son más graves cuando la cabeza que rueda es la de un periodista estadounidense que cuando lo hacen más de 200 personas cuyo único delito ha sido nacer en Iraq y profesar una fe distinta a lo que el ISIS predica.

La lástima es que el predicamento de la Jihad que lleva a cabo el ISIS no pueda tener una respuesta forma desde Europa y Estados Unidos, donde los gobiernos se supone que buscan soluciones, permiten al mismo tiempo que los antiguos ríos mesopotámicos, esos que estudiamos de pequeños como la cuna de la civilización, los legendarios Tigris y Eúfrates ahora descarguen sus aguas completamente rojos de sangre.

Y es que Europa y por extensión Estados Unidos, lleva en su mochila demasiadas cargas morales, históricas y adquiridas, pero también, la más moderna, la de la conciencia ciudadana. Una conciencia ciudadana crecida dentro de límites democráticos (sí, por mucho que a algunos les pese, seguimos disfrutando de más democracia que el 80% del mundo restante) esa conciencia empeñada en legitimar cualquier atrocidad de otras culturas por el mero hecho de serlas y por un extraño convencimiento personal de que se trata de tradiciones o acciones respetables.

Occidente se ata de manos con su sentido de la moral, de la igualdad, de la comprensión de los demás y de la no injerencia en los asuntos de otros países, aunque realmente, lo que significa es un absurdo convencimiento en que las cosas nunca nos salpicarán de tal forma como para afectarnos, seguiremos pensando que Europa está muy lejos de Iraq y que eso aquí no pasa (una actitud muy europea también) mientras tanto, el ISIS donde por cierto, más de un cuarto de sus militantes son musulmanes occidentales, que han establecido en Iraq un Califato Islámico que amenaza con conquistar el mundo entero.

Mientras Europa y Estados Unidos hablan de lo incorrecto de intervenir en asuntos de otros países, por dramática que sea la situación, además de lo caro que resultaría participar en operaciones militares de nuevo en la zona, donde la pesada losa de las actuaciones estadounidenses previas suponen un acicate constante de la opinión pública para criticar el "imperialismo yanqui", mientras Iraq se desangra de nuevo, por viejas heridas que Occidente contribuyó a crear pero que no son sólo responsabilidad suya, mientras un grupo de bárbaros amenaza a todo aquel que sea distinto, cometiendo atrocidades a lo largo y ancho de todo Iraq, un Estado fallido con la inestimable ayuda de Europa y Estados Unidos.

Cuando todo esto sucede al mismo tiempo, Occidente, Europa, Estados Unidos, o como se quiera llamar a todo el grupo de países que de verdad contemplen la barbarie que el ISIS está llevando a cabo en Iraq es algo que se escapa a cualquier concepción cultural, social y religiosa y se empiece a llamar a las cosas por su nombres, es decir, como verdaderas aberraciones y peligros reales. Entonces será cuando nos demos cuenta del peligro real de permitir que estas cosas sigan sucediendo.

Los gobiernos democráticos tienen que tomar la decisión impopular de actuar contra este ejército, usar la fuerza de toda la comunidad internacional para acabar con una amenaza real que no entiende de fronteras, religiones o idiomas. El ISIS y el Estado Islámico no es un juego de niños, no son cuatro encapuchados que se han "echado al monte" es un peligro latente con el cual no se puede negociar. Y sobre todo, detrás no tiene una base social y cultural en la que basarse como para defender un territorio y calificarlo como propio, es tan sólo un ejército de mercenarios que han aprovechado la situación para reventar lo que queda de Iraq.

Aún hay tiempo para actuar, pero el reloj una vez más, corre en nuestra contra.





jueves, 14 de agosto de 2014

Madrid huele a Fahrenheit (451) y a quincenas.

De momento no llegamos a los grados de la novela de Bradbury, y según los expertos en satélites lo peor del verano ya ha pasado, pero en Madrid, siempre llueve sobre mojado, o en este caso, abrasa sobre secado.

Veranos en Madrid. Puro Fahrenheit.


Madrid en verano se convierte en esa ciudad fantasma que algunos desean, una ciudad accesible, la excusa perfecta para los que piensan que durante el resto del año aquí sobran unos cuantos habitantes, siempre de una manera educada, no seamos tan extremistas. Esa época donde aparcar es más fácil y más barato, donde las aglomeraciones se han evaporado como una barra de hielo dejada en pleno Callao y donde las calles parecen más transitables que nunca. Es efecto del calor, no nos engañemos.

Y es que los veranos en Madrid son doblemente verano, a la amable ingratitud del clima continental mesetario se suma la fuga constante de madrileños y acogidos, que en esta época del año vuelan. Un vuelo literal, como el de las aves migratorias, una vez que el tiempo se muestra poco acogedor deciden aprovechar destinos con mejores condiciones climáticas. Lo llevan haciendo estos animales durante siglos, al fin y al cabo, algo nos queda.

Pero a la intransigencia climática se suma la desbandada colectiva propia de un año donde todos hemos sido buenos y nos hemos portado bien, como si fuera una carta a los Reyes Magos y por eso, se aprovecha el verano para coger infinidad de cosas, desde color hasta copas y bebidas frías, pasando siempre por el muy argentino término de "coger", que parece que el verano invita a ello.


Aunque en toda su amabilidad, el verano nos invita a cambiar nuestra percepción del tiempo, los días son más largos y las noches más cortas, siempre depende para quien, porque el vampirismo veraniego tampoco conoce límites, y eso que algunos llaman ritmos circadianos están algo alborotados.

De todo ese alboroto y cambio de percepción espacio-temporal encontramos lo que se conocen en palabras científicas como quincenas. Las quincenas son a priori simples de comprender pero tienen mucho recorrido. En teoría quince días. Si ahora os paráis a pensar, encontraréis que en ninguna otra época del año se usa tan memorable espacio de tiempo.

Y es que las amables quincenas se usan en verano para acotar mejor las vacaciones, y si ya las llamamos quincenitas, mucho mejor -una quincenita en la playa tranquilamente- dirán algunos. Pero la quincena sirve para alargar el verano de forma críptica, permite crear espacios de tiempo mayores de lo que antes salía un mes, y todo ello aprovechando las minúsculas vacaciones laborales, que en la mayoría de los casos no llegan ni a los 30 días (diría 28 pero no me quiero pillar los dedos, que 28 es más lunar que solar).

Así, nuestros madrileños propios y acogidos aprovechan más el tiempo, porque como en la paradoja de Aquiles y la tortuga, el tiempo se puede convertir en eterno a costa de atomizarlo, sólo espero que nuestros vecinos y compañeros lo aprovechen al máximo. Porque a más de uno estas quincenitas se le hacen cortas, y a otros, a partir de la segunda de agosto, cuando comienza el famoso puente de la Asunción de la Virgen (y que para más de uno es real, se les aparece la Virgen) ya se marca el principio del final, la temida última quincena de agosto.

Mientras tanto los que permanecemos, que no creo que muchos más de los 300 de Leónidas, si tuviéramos que vigilar las Termópilas madrileñas los pocos que quedamos, no conseguiríamos proteger ni la mitad de las entradas de la ciudad.

Sin embargo seguiremos pendientes del termómetro, de los 451º grados Fahrenheit de Bradbury, sin quemar libros pero leyéndolos y dejando la televisión de lado, que si ya durante el resto del año no es apasionante, en verano ya puede ser casi tan insoportable como el calor. Quizás sí, a la televisión en verano si que habría que darle grados, pero los 451º se antojan pocos.

Disfruten del verano y de paso, si han llegado hasta aquí sin saber de que hablo, echen un vistazo a:

Fahrenheit 451. Novela de Ray Bradbury
Fahrenheit 451. Película de 1966 de François Truffaut