España lleva apenas treinta años en
la Unión Europea, nos unimos al club cuando aún eramos la Europa de
los 12 y donde los recién llegados ibéricos fuimos deslumbrados por
el fasto de Bruselas y el mundo de oportunidades que se nos abría.
Parece mentira que 30 años después olvidásemos el maldito “África
empieza en los Pirineos” y ahora, algunos de nuestros políticos,
tanto nacionales como europeos, esgrimen frases lapidarias parecidas sobre Rumanía y Bulgaria.
Hace apenas una semana que se ha cumplido la moratoria que pesaba sobre los trabajadores rumanos en la Unión Europea. Por esta decisión, los ciudadanos rumanos debían tener permiso de trabajo autorizado para poder vivir en España. Tras la derogación, ahora cualquier ciudadano rumano podrá permanecer en España sin necesidad de permiso de trabajo, tan sólo con su pasaporte.
Fuente: presseurop.es
Cárpatos, Pirineos, Balcanes; parece
que la abundante geografía física de Europa le ha servido a algunos
para durante siglos frenar al vecino y considerarlo inferior,
trabarle en su desarrollo y establecerlo no como frontera física
sino como frontera política. Y eso que ahora todos estamos en esa
gran Unión de los 28.
Aduana entre Moldavia y Rumanía. Fuente: Finland Times
Pero no sólo España era parte de ese
selecto y ambiguo club; Reino Unido, Francia, Alemania, Holanda,
Bélgica, Luxemburgo, Malta y Austria restringieron el acceso de
rumanos y búlgaros tras su adhesión a la UE.
Ahora ya somos todos amigos y europeos
,¿Se tratará igual a Croacia, a la que se presupone que en tres y
cuatro años formará parte del Acuerdo de Schengen?. Realmente
Schengen es el nombre que recibe una utopía porque sin él,
cualquier ciudadano de la UE puede circular con su pasaporte sin
níngun tipo de traba, Schengen es el tecnicismo para bloquear las
fronteras exteriores de la Unión.
Niño durante una manifestación en Reino Unido.
Foto: Elmundo.es / Reuters
La respuesta es aún desconocida, pero
igualmente, los Estados miembros de la Unión Europea tienen 7 años
para aplicar una moratoria sobre los ciudadanos de los países
recientemente adheridos, algunos países y gobiernos europeos temen
un “efecto llamada” sobre sus fronteras, creen que al vencer la
moratoria, decenas de miles de rumanos y búlgaros se cernirán sobre
los programas sociales y sanitarios del país así como de bloquear
el mercado de trabajo.
La Unión Europea, en los últimos años
parece muy aficionada a echarse las manos a la cabeza, temblar cada
vez que uno de los socios de la Unión aumenta sus capacidades de
decisión dentro de la UE. Esta es la misma Unión Europea que aparte
de las lógicas trabas de entrada para adaptarse a eso llamado
“convergencia”, y una vez se llega, generalmente la económica,
aparenta ser la única necesaria.
El temor de los conservadores británicos: Oleadas de inmigrantes.
Ciudadanas rumanas en el aeropuerto de Bucarest. Photograph: Bogdan Cristel/Reuters
Porque según van pasando las fechas,
las trabas y las zancadillas se suceden, si no es Schengen es la zona
Euro, si no, la libre circulación de trabajadores, si no una
reformulación del Tratado de Amsterdam que no deja satisfecho a
nadie. Y todo ello pasando por obviar diferencias demográficas entre
unos países y otros. Al final parece que la Unión, sólo quiere un
par de países más a los que exportar sus productos, importar mano
de obra barata y cualificada y todo ello enmarcado en una cordial y
franca amistad europea.
Esa Unión Europea que a veces se
confunde con un enorme mercado de compra-venta, donde el intento de
llegar a acuerdos sociales, fiscales o políticos de calado se hace
imposible. Donde velar por el buen funcionamiento de las
instituciones nacionales e internacionales pasa a un segundo plano
nos plantea escenarios como el actual.
Este escenario es donde la postura de
España se hace más cruel e incomprensible. Tras en 2009 permitir el
acceso tanto a búlgaros y rumanos al sistema de trabajo español, en
esos primeros coletazos de la crisis que algunos políticos no se
atrevieron a nombrar, facilitaron la llegada de estos ciudadanos.
Dos años después, cuando la crisis ya
era un hecho, el gobierno de Zapatero decidió ampliar la moratoria
pero sólo a los ciudadanos rumanos.¿ Realmente era este ciudadano
el culpable del paro y de la crisis en España, cómo para exigirles
nuevos requisitos laborales? ¿Prescindir de ellos iba a lanzar la
economía española y a potenciar trabajo para todos? A la vista de
los datos del paro de los últimos cinco años está claro que no.
Todo ello sin tener en cuenta que en ese momento la inmigración
rumana se encontraba próxima a los 800.000 habitantes, el mayor
colectivo de inmigrantes en España.
Trabajador rumano vendimiando. Fuente: Eldigitalcastillalamancha.es
Pero la infamia se consumó al negar la
permanencia a los ciudadanos rumanos, a los que los impedimentos
legales les complicaba aún más la situación. Mientras que en 2011,
los búlgaros podían disfrutar del mismo estatus que en 2009, los
rumanos vieron como eran metidos en un saco distinto. Las razones
políticas argumentadas se basaban en el manido efecto llamada así
como una mayor población rumana dispuesta a la inmigración, por el
contrario, la población búlgara tanto en origen como la emigrada es
notablemente menor que la rumana.
Que haya países de la Unión Europea
con estas reticencias a la supuesta entrada masiva de inmigrantes no
hace más que llamar al discurso del terror, asustando a unos
ciudadanos nacionales que intentan capear el temporal y salir de la
crisis. Mientras tanto, estos gobiernos como el británico o el
holandés se visten con la enseña nacional, ondeando y proclamando a
los cuatro vientos que nadie se apoderará de su estado del
bienestar. Desde sus partidos les jalean y sus votantes duermen
conformes, tranquilos, sabiendo que el inmigrante no le va a robar su
hospital, su casa ni su plaza de aparcamiento.
Elaboración propia: Fuente:
Es en estos momentos cuando además, los medios de comunicación debieran autoexigirse un comportamiento digno y evitar el alarmismo, desde la prensa británica nos llegan estos dos ejemplos.
La pena es que muchos de estos
gobernantes son partidarios de doctrinas amigas del “América para
los americanos”, la lástima es que cuando entramos en este club
europeo, todos eramos amigos, las intenciones eran loables y francas.
Crear un espacio único de convivencia europeo, económico, social,
fiscal, político y judicial, con todas las características que
queramos añadirle.
">
Sólo que los egoísmos y la
discriminación, en tiempos de crisis se acrecientan, infravaloramos
al vecino, en sus capacidades y en sus deseos y sinceramente, no creo
que así, nadie quiera formar parte de esta Unión Europea.
Lo que no sé es donde quedaran aquellos españoles que vieron como se les consideraba ciudadanos de segunda en 1986, que superaron todas las trabas habidas y por haber para incorporarse y hoy, casi 30 años después, miran con la misma cara de superioridad a los nuevos invitados a la fiesta, sin pensar que no hace tanto, nosotros fuimos esos mismos invitados.
Ahora solo cabe esperar, y de paso, mirar de nuevo hacia el este, donde Ucrania busca nuevos amigos, sinceramente, si mira a esta Europa, creo que debería pensarse mucho hacia donde orientarse. Turquía se encuentra igual.
Todos los contenidos y enlaces a otros medios de comunicación, radios y fotografías pertenecen a sus legítimos propietarios. (no copyright intended).
No hay comentarios:
Publicar un comentario