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martes, 14 de enero de 2014

Un caracol llamado PNV.

Entre los verdes prados que alfombran Euskadi y sus montes, donde decenas de caseríos se distribuyen, creando pequeños y únicos pueblos, irrepetibles, parecidos entre sí pero nunca iguales. Donde la lluvia se convierte en la madre del paisaje, que nos invita a una experiencia única, su constante goteo nunca es mal recibido porque es la esencia del carácter de Euskadi, la lluvia, siempre presente.

El Correo: Egibar acusa al Gobierno de actuar "irresponsablemente" y dice que el PNV le dijo el sábado que "por ahí no"

En este carácter apacible y húmedo de Euskadi encontramos un animal endémico a las provincias vascas, el Caracol PNV o el Helix Jeltzale, este caracol, se caracteriza por la lentitud de sus movimientos, por la velocidad con la que se esconde en su concha y por la celeridad con la que saca su cabeza de esta cuando el tiempo es húmedo y favorable para sus intereses.


Manifestación convocada por PNV, Sortu y otros agentes sociales de Euskadi el día 11 de Enero. 
Foto: Noticias de Gipuzkoa/Jose Mari Martínez


Cuando el amable caracol PNV no tiene prisa, que es en el 95% de las ocasiones, vagará despacio entre las montañas y las playas de Euskadi. No molestará a su paso, completamente sigiloso, prácticamente imperceptible. En tantas ocasiones se moverá como si apenas existiera, no necesita la prisa, eso es para otros. Tampoco levantará polvo o ruido, es mucho más discreto. Tranquila y pausadamente dejará que la naturaleza siga su curso, donde él intervendrá lo mínimo, permitiendo que otros animales tomen el protagonismo, porque nuestro caracol sabe que el seguirá ahí mientras no levante ruido ni sospechas. Ciertamente una existencia cómoda, donde no hace falta causar estridencias, simplemente circular despacito, sin que parezca que se mueve, pero sin embargo, se mueve.


Curiosamente este animal tan pausado en algunos aspectos, es tremendamente veloz en otros, como por ejemplo, cuando las circunstancias del tiempo y el espacio son buenas, nuestro amable amigo, no dudará un momento en sacar su cabecita al sol (o en el caso de Euskadi, lluvia),  porque cuando este clima propicio le favorecerá, no dudará un momento en salir de su noble caparazón, mostrarse junto a otros animalitos de la zona, presumiendo de compañías, aprovechando el buen y húmedo momento para salir y darse a conocer.

Esto es algo que el Helix Jeltzale hace muy bien, aprovechar los momentos buenos que se le ofrecen para destacar, dar la cara y mostrarse en público, siempre que la climatología lo permita. En el caso de que fuera adversa no habría ningún problema en volver al caparazón, que allí, se está calentito.


Porque esa es la tercera gran cualidad del caracol, la velocidad con la que se vuelve a esconder una vez que pasaran las circunstancias propicias. Una vez que el tiempo no acompañe, nuestro caracol no tendrá problema ninguno en guardarse de nuevo en su amable concha, habrá manifestado sus opiniones fuera de su coraza, habrá enseñado sus cuernos a la lluvia unos instantes, para luego volver a cubrirse, como si la lluvia y el tiempo que afecta a todos no fuera con él.

El Helix Jeltzale o Caracol PNV es un animal extraordinario que tiene la virtud de aparecer cuando le conviene, esconderse cuando las cosas vienen mal dadas y sobre todo, de moverse muy muy despacio, tan despacio, que parezca que no se mueve, porque no tiene prisa, su tiempo es eterno, quizás el de los demás no, pero nuestro caracol, siempre se mueve, pausadamente, pero lo hace.


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viernes, 21 de octubre de 2011

858 personas y 43 años después.

Resulta complicado hoy encontrar un título que no esté gastado y manido para definir el "cese de la violencia" por parte de ETA. Nadie discute que es una gran noticia y que llega en un gran momento pero como dijo en su día Carlos Iturgaiz, ni se olvida ni se perdona.

Han sido 858 asesinados por un supuesto ideal libertario, decenas de heridos físicos y centenares de heridos psicológicos y ahora,¿todo ha acabado?.


Han hecho falta 43 años para que comprendiesen la ilógica irracionalidad que propone las armas, la asquerosa inmoralidad del que impone su ley por la fuerza y la repugnante imposibilidad de la repulsa por una parte de la sociedad, el fin nunca justificó los medios y en este caso, aún menos.

El comunicado advierte del cese de la violencia y de la consecución de sus intenciones territorialistas por medio de la política, lo que viene siendo que del carro no van a bajar pero para continuar aún más decepcionante sigue siendo la negación de perdón a las víctimas y la exaltación de sus "caídos". Esos caídos, agresores y corruptores del Estado de Derecho que se creyeron en disposición de igualdad para enfrentarse a las fuerzas de seguridad, políticos y ciudadanos de un Estado. 43 años de "lucha" dividida entre una dictadura y una democracia, donde algunos todavía hacen víctimas de primera y de segunda según el cargo y la época, como si la pertenencia a uno u otro estamento tuviera alguna justificación posible para ser objetivo terrorista.





El fin de ETA no viene por sus declaraciones ni por sus comunicados, el fin de ETA ha de venir desde la detención y enjuiciamiento de sus miembros, de la reflexión y el perdón de los asesinos y nunca desde una simple declaración en la que se habla del "fin de la violencia". Que la violencia acabe es un comienzo pero el Estado de Derecho y la democracia no pueden permitir que una mera formalidad discursiva signifique el fin de una lucha contra un grupo terrorista.

Afortunadamente, los partidos políticos que se han atrevido a catalogar la noticia hablan de ella como un paso positivo pero también de la necesidad de acabar definitivamente con una lacra que lleva pesando en Euskadi demasiado tiempo y es que, de la noche a la mañana no existen las amnistías.


Jaime de las Heras Martín.